miércoles, 16 de mayo de 2012

México despide a Carlos Fuentes, que será sepultado en París.

Carlos Fuentes, será sepultado en París miércoles 16 de mayo de 2012 16:01 CDT Imprimir | Una Pagina [-] Texto [+] * Fuentes ha muerto para ser amado más: presidente Calderón * Cientos se despiden del escritor en Palacio de Bellas Artes Por Lizbeth Díaz MEXICO DF, 16 may (Reuters) - México despidió el miércoles al afamado escritor Carlos Fuentes, quien murió el día anterior, en un acto solemne donde estuvieron presentes figuras del gobierno y la cultura, antes de ser llevado a París para su entierro. Fuentes, uno de los autores más prolíficos de América Latina, falleció a los 83 años de forma sorpresiva a causa de una hemorragia masiva, en momentos en que se encontraba activo, escribiendo y participando en eventos. Su esposa, Silvia Lemus, dijo que las cenizas del escritor serán llevadas a París, donde se encuentran los restos de dos de sus hijos que fallecieron jóvenes. "Sí, pero todavía no sabemos (cuándo). Es muy difícil en este momento decidir", dijo Lemus a periodistas tras el homenaje, en el que estuvo presente el presidente Felipe Calderón, el alcalde de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, así como intelectuales y autoridades de la cultura. Calderón pronunció durante el homenaje un emotivo mensaje, citando un capítulo del libro de Fuentes "En esto creo", que habla sobre la muerte. "Carlos Fuentes vivirá en sus obras, en sus palabras para varias generaciones de mexicanos, por lo que dijo. Ni su pensamiento, ni sus libros, ni su crítica morirán jamás (...) Carlos Fuentes ha muerto para ser amado más", dijo el mandatario. Fuentes fue embajador de México en Francia entre 1975 y 1977. El nuevo presidente francés, François Hollande, lamentó el martes su muerte y dijo "rindo homenaje al hombre comprometido, rebelde a las normas y a los dogmas, que ha defendido con ardor una idea simple y digna de la humanidad". Tras el homenaje oficial, en el majestuoso Palacio de Bellas Artes, cientos de personas esperaron su turno haciendo fila para dar el último adiós a una de las mayores personalidades de la literatura de habla hispana. Muchos lo recordaron no sólo como el autor de grandes obras como "La muerte de Artemio Cruz" y "La silla del águila", sino también como el crítico incisivo de la política mexicana, en especial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que se perpetuó en el poder por 71 años hasta el 2000. "No tenía pelos en la lengua y no los tuvo con (el candidato presidencial priísta Enrique) Peña Nieto para decirle que era un político chiquito", dijo José Luis González, un jubilado, mientras esperaba en la fila. En diciembre, Fuentes criticó duramente a Peña, el favorito para ganar las elecciones presidenciales del 1 de julio, después de que no supo responder cuáles libros habían marcado su vida y confundió al autor de "La silla del águila" con Enrique Krauze. (Escrito por Anahí Rama, Editado por Patricia Avila).

All the way. Celine Dion y Frank Sinatra.

Mi hijo, un hombre hasta el fin. Carlos Fuentes. El País.

SÁBADO, 15 de mayo de 1999 TRIBUNA:RECUERDO DE UN JOVEN ARTISTA Mi hijo: un hombre hasta el fin
El pasado 5 de mayo murió Carlos Fuentes Lemus, hijo del escritor mexicano. Su padre evoca la difícil existencia de este joven artista, marcada por la enfermedad 15 MAY 1999 CARLOS FUENTES "Fue un joven artista iniciando un destino que nadie podría deshacer porque era el destino del arte, de obras que al cabo sobreviven al artista. Tocando la frente afiebrada de su hijo, la madre se preguntaba, sin embargo, si este joven artista que era su hijo no hermanaba demasiado la iniciación y el destino. Las figuras torturadas y eróticas de sus cuadros no eran una promesa, eran una conclusión. No eran un principio. Eran, irremisiblemente, un fin. Entender esto le angustiaba porque la madre quería ver en el hijo la realización completa de una personalidad cuya alegría dependía de su creatividad. No era justo que el cuerpo lo traicionase y que el cuerpo, calamitosamente, no dependiese de la voluntad"."Miraba trabajar a su hijo, abstraído, fascinado, mi hijo va a revelar sus dones, pero no tendrá tiempo para sus conquistas, va a trabajar, va a imaginar, pero no va a tener tiempo para producir. Su pintura es inevitable, ése es el premio, mi hijo no puede sustituir o ser sustituido en lo que sólo él hace, no importa por cuánto tiempo, no hay frustración en su obra, aunque su vida quede trunca...". Cuando escribí estas líneas, hace pocos años, las imaginé como un exorcismo, no como una profecía. Pensaba en mi hijo Carlos Fuentes Lemus, nacido en París el 22 de agosto de 1973 y muerto en Puerto Vallarta, Jalisco, el 5 de mayo de 1999. Apenas empezó a caminar, cuando su madre Silvia y yo vivíamos en una granja en Virginia, su cuerpo se llenaba de moretones y sus articulaciones se hinchaban. Pronto supimos la razón. Carlos, a causa de una mutación genética, sufría de hemofilia, la enfermedad que impide la coagulación de la sangre. Desde muy pequeño, debió someterse a inyecciones del elemento coagulante que le falfaba, el Factor Ocho. Pensamos que, aunque molesto, en este procedimiento se encontraba un alivio para toda la vida. La contaminación de las reservas sanguíneas por el virus del sida desprotegió a los hemofílicos, a veces por decisiones médicas equivocadas, a veces por actos de irresponsabilidad criminal de las autoridades en Europa y en los EEUU. El hemofílico quedó desamparado, abierto a terribles infecciones y al debilitamiento de su sistema inmunológico. Carlos tuvo una infancia de dolores pero muy pronto, de una manera más que intuitiva, como si su precocidad fuese un anticipo de la muerte y un acelerador de su vida creativa, concentró sus horas en el arte de las palabras, la música y las formas. A 1os cinco años de edad, ganó el Premio Shankar de Dibujo Infantil otorgado en Nueva Delhi, India, sus maestros en la escuela primaria a la que Carlos asistía en Princeton enviaron sus obras iniciales sin que él o nosotros lo supiésemos, al concurso. De allí en adelante, Carlos nunca abandonó el lápiz primero, el pincel enseguida y sus tempranas adoraciones artísticas nunca: Van Gogh y Egon Schiele. Lo recuerdo, durante un viaje de verano por Andalucía, exigiendo que el auto se detuviese a cada momento para fotografiar, admirar y a veces recoger girasoles, como si se llevase con él un cuadro del pintor holandés. Plantó semillas de girasol en el jardín de nuestra casa en la Universidad de Cambridge, pensamos que perecerían en el frío inglés, pero al regresar una primavera, florecían como dentro de un cuadro... Luego, en un notable salto al pasado, Carlos descubrió el arte preciso y luminoso del renacentista Giovanni Bellini y la formalidad expresiva del pintor japonés Utamaru. Éste era su acervo pictórico. La imagen empezó a ocupar el centro de la vida de Carlos. La imagen pictórica primero, enseguida la imagen literaria, al cabo la imagen fotográfica, inmóvil, y la cinematografía fluida. Fue como si entendiera que la imagen escapa a toda definición reductiva y abarca, en un acto casi amoroso, los sentidos visuales, auditivos, olfatorios, gustativos... Por eso fue tan dolorosa para él la meningitis que casi lo destruyó en enero de 1994, privándolo prácticamente de la vista y de1 oído que era para él la compañía más íntima y sensual de su cuerpo enfermo. Sus pasiones eran Presley, Elvis Presley, Bob Dylan, los Rolling Stones, sobre todo Elvis: cada año, cada 16 de agosto, Carlos viajaba a Memphis para conmemorar el aniversario de la muerte de Elvis. Su colección de fotografías tomadas por él mismo constituye un singular archivo de la importancia del rey del rock. Como a muchos padres que nos quedamos en Agustín Lara y Ella Fitzgerald, a mí me resultaba difícil seguirle a mi hijo por los meandros de sus gustos musicales. En cambio, sentía una identificación amorosa con sus gustos literarios, la poesía de Keats, Baudelaire y Rimbaud, el teatro de Oscar Wilde, 1as novelas de Jack Kerouac y la filosofía de Nietszche... Me di cuenta de que en la lectura, Carlos trascendía la imagen para buscar afanosamente -no sé si para alcanzarla- la metáfora, es decir, la encarnación de las cosas del mundo en su parentesco más misterioso, más lejano pero más cierto; la relación más olvidada pero más natural, simplemente, entre esto y aquello. Carlos, desde los lechos de los hospitales que debió frecuentar a medida que recobraba milagrosamente la vista y el oído pero perdía, a veces por errores irresponsables e imperdonables de la cirugía, otras funciones mentales, no abandonaba nunca el papel y la pluma, el dibujo y el poema, en una búsqueda febril del sentido profundo de todas las cosas que le iluminaban la vida al tiempo que se la arrebataban. Digo "milagro". Tiene un nombre: la atención de un eminente epidemiólogo mexicano, el doctor Juan Sierra, devolvió a Carlos, una y otra vez, a la vida creativa. Carlos realizó su trayecto artístico con urgencia, con alegría, con dolor, pero sin una sola queja. Sus ojos profundos, brillantes a veces, ausentes otras, nos decían que el dolor individual de nuestro cuerpo es no sólo intransferible, sino inimaginable para los demás. Si no lograba transmitirlo en un poema o una pintura, el dolor permanecería para siempre mudo, solitario, dentro del cuerpo sufriente. Hay una gran diferencia entre decir "el cuerpo me duele" y "el cuerpo duele". Cómo darle voz a uno y otro dolor es el enigma planteado por Elame Scarry en su gran libro El cuerpo adolorido. Mi hijo Carlos se lo propuso a sí mismo en términos de urgencia verbal y visual. "¿Viviré mañana?", se pregunta Carlos en uno de sus poemas. "¿Viviré mañana? No lo sé decir. / Pero no me iré sin resistir. / Esta recámara es mi núcleo. / Pensar bajo las cobijas es mi fuga, / con los ojos cerrados, / para escuchar mi miedo escondido en el silencio, / mi miedo que al romperse se vuelve el desconocido mal. / Sea bienvenido el misterio, / pero mi reacción, desconocida también, / también por ello me aterra. / Entonces mi temor no tiene tiempo / de pensar su terror/ y la belleza me embarga toda entera. / No existe lo predecible. / Y éste es el temor mayor./ Quiero verte / en la misma posición, sacudida en llanto, / despojada por una semana más / de tus débiles apoyos. / "Cada hombre mata lo que más quiere". / Cada mujer se dejará amar hasta la muerte. / ¿Cuál es el amor hasta la muerte? / ¿Es sólo un peregrino de todas las semejanzas?". Mi hijo sentía una gran identificación con los artistas que murieron jóvenes, John Keats, Egon Schiele, James Dean, Gaudier-Brezka... No tuvieron tiempo, me decía Carlos, de ser otra cosa sino ellos mismos. Alguna vez le hable de su tío desaparecido, Carlos Fuentes Boettiger, el hermano de mi padre, muerto de tifoidea al iniciar sus estudios en la ciudad de México a los 21 años de edad. Como Carlos mi hijo, Carlos nuestro tío empezó a escribir muy joven y publicó en Xalapa, Veracruz, una revista literaria que contó con el apoyo del poeta Salvador Díaz Mirón. Hay una extraña similitud entre el poema de mi hijo muerto a los 25 años y otro de mi tío muerto a los 21 años. Encuentro en la revista Musa Bohemia un poema escrito por mi tío Carlos Fuentes en 1914: "Tengo miedo al reposo, aborrezco el descanso... / Me acobarda la noche / porque entonces mi vida se yergue en un reproche, / me mira gravemente y me muestra después / el fantasma tremendo, la terrible vejez". Ninguno de los dos Carlos llegó a la "terrible vejez", pero el temor de lo impredecible nos acerca a mi mujer y a mí, padres de Carlos Fuentes Lemus, al dolor que hoy entendemos mejor de tantos amigos nuestros que perdieron tempranamente a un hijo, Tola Miranda y René Creel a su hija Sofía, Isabel Allende a la suya, Paula; al dolor de Nina Zambrano y el de los artistas Ben Yakober y Yanick Vu, cuya joven hija pereció en la hermosa isla de Mallorca donde Carlos dejó su obra pictórica inicial al cuidado de un gran artista y amigo, Ramón Canet. Recordamos sobre todo a Ana María Icaza y a Ramón Xirau, cuyo hijo, otro joven talentoso y de gran promesa, Joaquín, murió a los 27 años, igual que mi hijo Carlos, un 5 de mayo. Y el otro Carlos, Carlos Fuentes Boettiger, murió también un día de mayo, en 1916... Junta de sombras, fatalidades entrelazadas y muerte, junto con las personas, de todo lo que dejan, inerte, en un cajón, en un ropero, en un lienzo vacío o una página en blanco. Y a pesar de todo, pugnamos por mantener el calor del objeto, la vigencia del trazo, la huella del caminante... Qué alegría nos dio saber que la última noche de su existencia, desde Puerto Vallarta, Carlos, dotado de una intuición feliz y terrible a la vez, estuvo llamando por teléfono a todos sus amigos en todo el mundo, contándoles sus planes para terminar su película, publicar su libro de poemas, exponer sus cuadros, decirles que estaba contento, fuerte, lleno de creatividad, enamorado de su novia Ivette. A la mañana siguiente caería fulminado por un infarto pulmonar. Mi esposa Silvia y yo queremos agradecer todas las demostraciones de cariño y comprensión que hemos recibido en estos días, sobre todo de amigos que conocieron y apreciaron a Carlos. Destaco, entre ellas, algunas que dan fe del talento y creatividad de mi hijo. Una es del escritor español Julián Ríos: "Un artista como vuestro hijo está vivo en lo que creó. Los que tuvimos el privilegio de conocer a Carlos debemos contribuir a que sus talentos brillen en su ausencia". Otro testimonio es el de otro gran escritor y amigo, Juan Goytisolo: "Quería a Carlitos como a alguien de mi familia. En Berlín, en Marraquech, pude apreciar su inteligencia y sensibilidad admirables. Era un poeta: la obra que me mostró lo prueba sin lugar a dudas. Resultaba imposible estar con él sin sentir la necesidad de cuidarle y protegerlo del mundo". Lo mismo dirían, seguramente, Héctor Aguilar Camín, que a veces debió servirle a Carlos de padre iniciático, y José María Pérez Gay, con quien mi hijo pasó una de sus últimas veladas discutiendo a Nietszche. "Viví cerca de Carlos en Buenos Aires, el año pasado", me escribe Juan Cruz, "y pude tener el privilegio de disfrutar de la calidad íntima de su creatividad...". Pero acaso la última palabra le corresponda a nuestra entrañable amiga Carmen Balcells, porque ella entendió mejor que nadie la relación entre la madre y el hijo: "Pienso sobre todo en Silvia, porque ella ha tenido toda su vida una dedicación extraordinaria con ese muchacho y ha vivido en un continuo sobresalto sobre su salud. Recuerdo perfectamente una visita que hice a Carlos en Nueva York y me impresionó su fragilidad y el desvelo de Silvia, que más que una mamá, parecía una novia o una amiga entrañable ofreciendo su inquebrantable apoyo a un muchacho lleno de inquietudes y de deseos juveniles de entrar en una normalidad que nunca le fue posible...". Los exorcismos de la muerte se vuelven a veces profecías de la vida. Carmen Balcells tiene razón. En Los años con Laura Díaz, evoqué la muerte de mi tío Carlos Fuentes en Veracruz a principios de siglo, pero quise evitar, escribiéndola, la muerte de mi hijo Carlos, transformado en el segundo Santiago de la genealogía de Laura Díaz: "Silencio. Quietud. Soledad. Es lo que nos une, pensaba Laura con la mano ardiente de Santiago entre las suyas. No hay respeto y cariño más grande que estar juntos y callados, viviendo juntos pero viviendo el uno para el otro, sin decirlo nunca. Ser explícito podía ser una traición a ese cariño tan hondo que sólo se revelaba mediante un silencio comparable a una madeja de complicidades, adivinaciones y acciones de gracia... Todo esto vivieron Laura y Santiago mientras el hijo se moría, sabiendo los dos que se moría, pero cómplices ambos, adivinos y agradecidos el uno del otro porque lo único que decidieron desterrar, sin palabras, fue la compasión. La mirada brillante del muchacho en cuencas cada día más hondas le decía al mundo y a la madre, identificados para siempre en el espíritu del hijo, ¿quién está autorizado para compadecerse de mí? No me traicionen con la piedad. Seré un hombre hasta el fin".

Viva Fuentes, por Jorge Volpi. Prodavinci

Jorge Volpi | 15 de Mayo, 2012 Como mínimo homenaje a Carlos Fuentes, reproduzco aquí este pequeño texto que escribí para celebrar su ochenta cumpleaños. Lo dedico, por supuesto, a Silvia. *** 1. En 1958, poco antes de que las tropas de Fidel Castro entren en La Habana y de que Billy Wilder estrene Some Like It Hot -la coincidencia no es gratuita-, un joven mexicano de treinta años publica un libro que escandaliza al medio literario de su país: La región más transparente. Fuentes es ya Fuentes. Obra seminal, finca sus obsesiones posteriores -el habla urbana, el turbio vínculo entre los individuos y el poder, el tiempo cíclico, la mitología clasemediera, México y su irredimible pasión por la mentira- y anuncia sus batallas futuras. Con este libro, Fuentes inicia su larga guerra: cincuenta años de combatir contra los demonios allí convocados. Cincuenta años de batirse contra el lenguaje. Contra el poder. Y contra sí mismo. 2. La región más transparente no es la primera novela urbana mexicana. Pero en literatura el mérito no es ser el primero, ni el más original, sino el más perturbador. Los nacionalistas lo acusan, como era de esperarse, de traidor. La mexicanidad de Fuentes les parece demasiado poco mexicana. En el libro hay demasiada modernidad, demasiados guiños literarios, demasiado Paz y demasiado Reyes. Demasiada ironía. Demasiado ímpetu cosmopolita en un muchachito en la treintena. Décadas después se le acusará de lo contrario: de ser demasiado mexicano, de robarse o apropiarse de la mexicanidad (y de exportarla). Qué mayor mérito de un libro: atacarlo con tanta ceguera y tanta furia por razones diametralmente opuestas. 3. La soberbia del joven Fuentes es, sí, inmensa. Tras ese libro se propone sólo proyectos ciclópeos. Primero, dibujar el mapa que habrá de llevarlo, no a la escritura de una novela, un libro de ensayos, una obra de teatro, sino de un universo. Luego, formar un comando de asalto -un foco revolucionario, se decía entonces- con los mejores escritores de América Latina. Y, más importante que todo, olvidarse de que la literatura es un espejo de la realidad para convertirla en una realidad alterna. Puede reprochársele la soberbia, pero sólo a fuerza de reconocer que, a cincuenta años de distancia, triunfó en los tres casos. La edad del tiempo y el Boom, por una parte. Y, por la otra, un país y un continente que ya no pueden reconocerse sin la impertinencia de su imaginación. 4. El mayor experimento llevado a cabo por Fuentes ha sido consigo mismo. No se pregunta como transformar una vida en literatura Sino cómo la literatura justifica la vida. 5. México y Fuentes forman ­-cualquiera lo repite- un binomio inseparable. Cierto: la infancia y juventud de fuentes transcurrieron en buena medida fuera del país. Y, desde hace años, divide su celosa intimidad entre Londres y la capital mexicana. Pero en más de un sentido nunca ha escapado de aquí. De la patria imaginaria que ha elegido, no de aquella que le ha tocado. Como otros hicieron con Comala o Santa María o Yoknapatawpha, Fuentes también se inventó una extraña tierra para que la poblasen sus personajes. La llamó México. 6. Aura resulta inevitablemente incómoda. Sesenta y dos páginas perfectas. Y hay quien se lo echa en cara. 7. La edad del tiempo es el más vasto desafío narrativo intentado entre nosotros. Pero mientras la Comedia humana o de En busca del tiempo perdido se asumen como universos coherentes, el de Fuentes es el reflejo de un caos cuántico. Cada una de sus piezas contiene un holograma del conjunto. Y el conjunto no nace de la mera acumulación de sus partes, sino del orden que cada quien escoge para recorrerlo. En La edad del tiempo, el orden está determinado por el lector: no hay una guía, uno no tiene por qué empezar con Los días enmascarados o La región más transparente o terminar con La voluntad y la fortuna. La obra de Fuentes -y su interpretación final- se torna variable, arbitraria, azarosa. No es, pues, un monolito, sino una red. Única sugerencia: sus claves se hallan en su libro más arduo y portentoso: Terra Nostra

Nuestro Virgilio.Jorge Volpi. El País.

Nuestro Virgilio JORGE VOLPI 15 MAY 2012 - Conocí a Carlos Fuentes dos veces, y las dos cambió mi vida. La primera, en 1984, cuando yo tenía 16 años. En esa época pensaba estudiar filosofía, pero mi compañero Eloy Urroz me dijo que era mejor escribir cuentos y novelas. Para lograrlo, antes debíamos aprender de nuestros “clásicos vivos”. Nos propusimos, así, comenzar con Terra Nostra, una obra colosal, no sólo para unos adolescentes (Carlos Monsiváis, su sarcástico amigo, decía que se necesitaba una beca para lograrlo). La tarea fue titánica, pero cuando salí de ella, al cabo de dos enloquecidas semanas, ya era otro. Fuentes no sólo me enclaustró en un abismo narrativo inimaginable, del que no he conseguido salir del todo, en donde las eras y los lugares más lejanos se entremezclan y fecundan, sino que me contagió, para siempre, con el virus de la novela. Como para tantos miembros de mi generación, fue mi Virgilio. Poco después, Eloy y yo nos internamos en otras de sus grandes ficciones, La muerte de Artemio Cruz, La región más transparente y, sobre todo, Aura. Sesenta y dos páginas que alcanzan una condición tan rara como peligrosa cuando se habla de literatura: la perfección. Me gustaría, en un día como éste, ser capaz de agradecérselo, tener la lucidez para revisar su bibliografía o engarzar dos o tres frases afortunadas que me permitan recordarlo más allá del lugar común. Pero a veces el dolor es más profundo. Por eso salta a mi la memoria la segunda vez que conocí a Carlos Fuentes: en persona, a partir de 1999, en México, en Londres, en París, en Madrid, con Silvia y en ocasiones también con Natasha, para escucharlo hablar, con esa sensatez y esa severidad que tanto nos harán falta en estos días aciagos, de lo divino y de lo humano. Otra vez fue mi Virgilio. Un crítico tan agudo como feroz, tan profundo como descarnado. Un guía generoso —un faro en lontananza—, más que un modelo. Porque, para entonces, Fuentes no sólo había escrito una summa narrativa inigualable, sino que había creado una tradición literaria por sí mismo: la Edad del Tiempo. Como Faulkner, Onetti o García Márquez, su compañero de batallas, había creado un orbe único, un universo literario feroz y sólo suyo: lo llamó México, como el país al que amó de manera violenta y febril, al que sirvió como acicate y como espejo. Cosmopolita irredento, enemigo de todos los prejuicios, viajero incansable, hizo de México el centro de sus inquietudes políticas, sociales, literarias, abriéndolo al resto del mundo. El azar, o eso que llamamos justicia poética, lo llevó a morir a México: el despiadado territorio que él mismo nos legó.

martes, 15 de mayo de 2012

La muerte del amigo. El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa lamentó este martes la muerte del escritor mexicano Carlos Fuentes, su amigo desde hace medio siglo, en una declaración difundida en la red social Twitter por su hija Morgana Vargas Llosa

El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa lamentó este martes la muerte del escritor mexicano Carlos Fuentes, su amigo desde hace medio siglo, en una declaración difundida en la red social Twitter por su hija Morgana Vargas Llosa. "Me ha dado mucha pena enterarme de la muerte de Carlos Fuentes. Lo conocí hace 50 años y fuimos amigos todo este tiempo sin que nada, nunca, empobreciera esa amistad", según afirma el texto publicado en Twitter por su hija. "Deja una obra enorme que es un testimonio elocuente de todos los grandes problemas políticos y realidades culturales de nuestro tiempo. No sólo sus amigos sino muchísimos lectores lo vamos a extrañar", finalizó Vargas Llosa, quien se encuentra en Madrid, según su oficina de prensa en Lima. Fuentes, premio Cervantes en 1987 y autor de la celebrada novela La región más transparente, murió el martes en Ciudad de México a los 83 años, anunció el presidente mexicano Felipe Calderón, despertando una ola de reacciones en el mundo. La prensa mexicana afirma que el autor de la celebrada "La región más transparente" (1958) y de una veintena de novelas más, murió por problemas cardíacos en un hospital del sur de la capital mexicana. LLANTO GENERAL Chavela Vargas, cantante mexicana (cuenta twitter): "SILENCIO, POR FAVOR: Mi gran amigo CARLOS FUENTES se fue" "América esta de luto. Adiós a nuestro eterno amigo Carlos. Un abrazo con amor para Silvia" (su esposa). "Uno a uno, mis amigos se van y yo aquí sigo esperando... Hasta siempre #CarlosFuentes". Salman Rushdie, escritor británico: "RIP Carlos mi amigo. Ayer el falso rumor sobre Gabo (Gabriel García Márquez), pero lamentablemente esto es verdad" Felipe Calderón, presidente de México (cuenta twitter): "Lamento profundamente el fallecimiento de nuestro querido y admirado Carlos Fuentes, escritor y mexicano universal. Descanse en paz." Juan Manuel Santos, presidente de Colombia (cuenta twitter): "Como nos duele también la muerte del amigo y escritor Carlos Fuentes. Gran perdida para el mundo entero." Paco Ignacio Taibo II, escritor mexicano (cuenta twitter): "Para mi la literatura mexicana cuando tenia quince años era Carlos Fuentes Lo siento mucho" Residente, cantante puertorriqueño del grupo de rap Calle 13 (cuenta twitter): "Hoy Latinoamérica entera está de luto..Que descanse en paz Carlos Fuentes.." Alfredo Pérez Rubalcaba, líder de la oposición socialista española (cuenta twitter): "Carlos Fuentes nos recordaba que México es una tierra de cultura. Hoy, mas que nunca, hay que leerlo. RbCb" Martín Caparrós, escritor argentino: "Hasta siempre, maestro, y gracias por todo. Alguien dijo: se murió Carlos Fuentes, no Artemio Cruz." Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura, según el Twitter de su hija Morgana Vargas Llosa: "Me ha dado mucha pena enterarme de la muerte de Carlos Fuentes. Lo conocí hace cincuenta años y fuimos amigos todo este tiempo sin que nada, nunca, empobreciera esa amistad" "Deja una obra enorme que es un testimonio elocuente de todos los grandes problemas políticos y realidades culturales de nuestro tiempo. No sólo sus amigos sino muchísimos lectores lo vamos a extrañar", Enrique Peña Nieto, candidato a la presidencia de México del Partido Revolucionario Institucional, quien tuvo un desliz al atribuir una de las obras de Fuentes a otro autor mexicano y que fue criticado por su ignorancia por el escritor fallecido: "Las letras mexicanas están de luto con la partida del gran escritor Carlos Fuentes. Mi sincero pésame a sus familiares y amigos". "Aunque no siempre coincidimos en nuestras opiniones políticas, siempre reconoceré su extraordinaria obra. Descanse en paz, Carlos Fuentes". Mia Farrow, actriz estadounidense: "Triste de conocer la muerte del gran Carlos Fuente"

Muerte de Carlos Fuentes llena de luto a literatura latinoamericana

Muerte de Carlos Fuentes llena de luto a literatura latinoamericana POR: NOTICIASCARACOL.COM El autor de obras como "La muerte de Artemio Cruz" y "Gringo viejo" falleció este martes en la ciudad de México, a la edad de 83 años. Fue novelista, ensayista y crítico de cine.
Las fuentes del hospital Ángeles del Pedregal no quisieron precisar cómo falleció el autor, de 83 años. "Sí, está aquí. Ha fallecido", dijeron en el servicio de urgencias del centro sanitario. "No hay más información porque eso depende del médico que está con su expediente", agregó la misma fuente. Fuentes fue, sin duda, uno de los escritores aztecas más importantes del siglo XX y como tal recibió importantes reconocimientos como el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, el premio Príncipe de Asturias en 1994 y en 2009 la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en agosto de 2011. Nació el 11 de noviembre de 1928 en Ciudad de Panamá y la profesión de su padre, el diplomático Rafael Fuentes, le permitió visitar en su infancia numerosos países. Cursó los estudios primarios y secundarios en Argentina, Chile, Brasil, EEUU (durante ocho años) y otros países iberoamericanos por donde transcurrió su infancia y juventud. Entre 1950 y 1951, como diplomático, representó a su país en Ginebra ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Tres años después, trabajó en México en el Gabinete de Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores. "Terra Nostra", un alegato en favor de la libertad individual en la sociedad moderna le valió el Premio Rómulo Gallegos (1977) y dio a conocer internacionalmente el nombre de este escritor, que contribuyó a la comprensión de la nueva novela latinoamericana y al examen de la sociedad y la historia mexicanas. En su narrativa hay un propósito de analizar su ciudad, su país y su civilización. De ahí su visión crítica del mundo, a través de "collages", referencias, analogías o citas, donde la reflexión y la poesía, la erudición y el sentimiento, responden a un interés crítico para con su sociedad y su tiempo. Otro de los placeres de Fuentes era el cine, que empezó a saborear en la infancia, cuando su padre, gran aficionado, le llevó a ver en Nueva York el "Ciudadano Kane" de Orson Welles y años después tuvo oportunidad de conocer al cineasta español Luis Buñuel, con quien mantuvo una fuerte amistad. Uno de sus amigos más cercanos fue el Nobel colombiano Gabriel García Márquez. De sus incursiones literarias en el cine quedan guiones como "Las dos Elenas" (1964), "Un alma pura" (1965), "El gallo de oro" (1964) y "Pedro Páramo" (1966). Dos décadas después, el mexicano Paul Leduc y el argentino Luiz Puenzo llevaron a la gran pantalla sus novelas "La cabeza de la hidra" (1981) y "Gringo viejo" (1989), respectivamente, esta última protagonizada por Jane Fonda y Gregory Peck. Carlos Fuentes donó a la Biblioteca Nacional de su país un acervo bibliográfico personal de 300 libros en 2007, el mismo año en que la biblioteca del Instituto Cervantes de Praga estrenaba el nombre de este escritor.

Carlos Fuentes: Viva el socialismo. Pero...

CARLOS FUENTES La historia se anuncia. Luego duerme la siesta. Y, al cabo, despierta. Los acontecimientos de mayo de 1968 en París fueron una fiesta. "Debajo de los pavimentos, las playas". "Prohibido prohibir". Marx y Rimbaud, compañeros. Asistí a esa fiesta. Era una forma de embriaguez colectiva. Pero tenía un fondo sobrio. Había que modernizar a Francia. El Partido Comunista se negó al movimiento. Las fábricas no fueron a la huelga. Se inició el gran declive del PC, que en Francia había llegado a ser partido que sumó la fuerza del proletariado a una doctrina nacionalista ajena al internacionalismo de Marx. 1968 redujo al PC pero no encontró con qué sustituirlo. El gran partido socialista de Jean Jaurés (1859-1914) fue revitalizado por León Blum, quien en el corto espacio de un año, 1936-1937, estableció el derecho a vacaciones pagadas, la semana de cuarenta horas y el contrato colectivo de trabajo. Esta herencia fue disipada por el Partido Socialista de la post-guerra, llegando, con Guy Mollet a participar en la guerra del Canal de Suez contra el presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser. Mayo del 68 confirmó tanto el desprestigio del PS como el del PC. En el Congreso socialista de Épinay, Francois Mitterrand decidió revertir el declive y devolverle un sentido al PS. ¿Pero cuál sentido? Tuve una relación personal, de amistad política, con Mitterrand. Vecinos en la misma calle parisina en los años setenta, aplaudí su viaje a México en oposición a opiniones estrechamente oficialistas. El fruto de la visita lo obtuvimos cuando Mitterrand llegó a la presidencia de Francia en 1981 y puso en marcha un programa renovador que le devolvió prestigio y fuerza al maltratado PS. Mitterrand tuvo la audacia (comparable a la de Lázaro Cárdenas en México) de tomar las medidas que el país entero, incluyendo a la burguesía, necesitaba para prosperar. Nacionalizó la banca para modernizarla. Puso la justicia en manos de un gran abogado, Robert Badinter, quien abolió la pena de muerte y modernizó las cárceles. Descentralizó la administración pública. Redujo la semana de trabajo. Aumentó el periodo de vacaciones. Exigió a los patronos aprobación gubernamental antes de despedir trabajadores. Más empleo. Más vivienda popular. Un programa de gasto deficitario que no encontró eco en las políticas de reducción de gastos y de impuestos de otras naciones capitalistas. No obstante, las políticas de Mitterrand quedaron, como dicen los franceses, "en reserva de la república" y hoy regresan al primer plano dada la actual opción crítica entre la austeridad como promesa de desarrollo que sólo prolongan la depresión y un retorno a la política de Mitterrand: Expansión y desarrollo. Al cabo, la derecha francesa, tan asustada por Mitterrand, entendió (a medias) la necesidad de las reformas para alcanzar la prosperidad colectiva, incluyendo la de la burguesía. Nuevamente, se impone la comparación con Cárdenas en México, Franklin Roosevelt en EE.UU., López Pumarejo en Colombia y el Frente Popular en Chile. La política exterior de Mitte- rrand, que tanta alarma inicial causó en Washington, se situó en la realidad europea. "Moscú puede usar el arma atómica contra Francia en cosa de minutos", me dijo un día Mitterrand. Su política aisló y debilitó al PC francés, que al cabo se retiró del gobierno. El filósofo francés Jacques Derrida viajó a Praga a dar clases privadas de filosofía, toda vez que el gobierno sólo permitía versiones ortodoxas. Derrida fue detenido y encarcelado. Mitterrand le exigió a Praga la liberación inmediata o la ruptura de relaciones. Praga cedió. Heredero de la política de cooperación en vez de guerra con Alemania, política iniciada por Robert Schuman y Konrad Adenauer. Mitterrand reforzó los lazos con el vecino del Rin. Viajó a Cancún con asesores de izquierda (Regis Debray, Jean Daniel). Observó las indiscreciones del Ronald Reagan. Se admiró de que los EE.UU. eligiesen presidente a un actor de Hollywood. Prosiguió una política independiente para Francia y al cabo, cuando la elección de 1986 la ganó la derecha, Mitterrand "cohabitó" como presidente con el Primer Ministro golista, Jacques Chirac. Sólo que, si el zorro Chirac sabía muchas cosas, el erizo Mitterrand sabía una gran verdad: que la oposición cometa los errores, yo me limito a presidir. Así ganó la elección presidencial de 1988 con una mayoría del 54%. A mitades entre las regresiones de Chirac y las renovaciones socialistas, Mitterrand en su segundo periodo resucitó el salario mínimo, un programa de empleo y un impuesto sobre las grandes fortunas. Nadie ha explicado la continuidad de la historia de Francia mejor que Francois Mitterrand. Nunca fui partidario de Charles De Gaulle, explicó una vez. Pero siempre rehusé ser su enemigo, afirmó. ¿Por qué? porque existía. Porque sus actos lo creaban, convencido de que él era Francia, a la cual, añade Mitterrand, De Gaulle quería con un amor visceral, exclusivo. Es más: De Gaulle afirmaba la presencia francesa en todos los frentes a la vez. Exigía admiración y lealtad. Un viejo chiste propone que De Gaulle, ante su gabinete, decidió un día invadir la Unión Soviética. -¡Dios mío! -exclamó un ministro. -No exagere -le contestó De Gaulle. Si evoco este pasado, es para acercarme al presente que enfrenta el recién electo Francois Hollande y para contrastar el gran talento político de De Gaulle, tan admirado por su opositor Mitterrand, con la pequeñez del antecesor inmediato de Hollande, Nicolas Sarkozy. Presidente de un solo período, Sarkozy lo inició con frivolidad: cenas suntuosas, viajes en yacht, relojes de setenta mil dólares, bikinis y un profundo desprecio por la gente de la calle: "cállate, pendejo", le dijo a un ciudadano opositor. Confieso mi antipatía. El año de México en Francia fue cancelado por la exigencia de Sarkozy: cada acto del centenar previsto debía comenzar con la defensa de la encarcelada Florence Cassez: cine, arte, arqueología, literatura mexicanas, pero primero, defensa de Cassez. La exigencia de Sarkozy dinamitó el año de México en Francia. A la postre, la realidad europea e internacional redujo a Sarkozy al papel de socio menor de la canciller Angela Merkel. Pero era Francia, al cabo, el ente secundario. Francois Hollande hereda todo lo que llevo dicho. La idea de la grandeza nacional que encarnó De Gaulle. Las posibilidades de la reforma social en régimen capitalista, que fue la apuesta de Mitterrand. La posición de Francia en la comunidad europea y la relación con la Alemania Federal, que fue el problema de Sarkozy. Y algo más: la respuesta de Francia al gran desafío de la sociedad civil y que pone en entredicho a todos los gobiernos. Desploma a los autoritarismos pétreos de Egipto, Libia y Túnez. Desnuda al ya bastante encuerado Berlusconi en Italia. No se contenta con Zapatero ni con Rajoy en España. Multiplica la oposición en Gran Bretaña y le resta poder electoral a Cameron sin dárselo del todo al jefe laborista Edward Miliband. En los EE.UU., se separa del Partido Republicano, disminuye y ridiculiza al "Tea party" y sólo le dará una victoria condicionada a Obama en noviembre. Son los "Ocupantes". ¿Cómo responderá Francois Hollande a este nuevo desafío, el de una sociedad que al cabo no se reconoce en ninguna de las tribus políticas tradicionales: izquierda, centro o derecha? Conocemos algunas de sus respuestas, todas ellas adecuadas a la situación que describo. Hollande quiere un gobierno que se defina menos por su perfil tecnocrático y más por lo que los franceses entienden por "humanismo", y esto significa una preocupación mayor -como la tuvo Mitterrand- por la calidad del trabajo, la remuneración salarial y la descentralización administrativa. Más empleo, mejor vivienda. ¿Más austeridad? Hollande ha declarado que la austeridad no puede ser una fatalidad. ¿Cómo convertir la austeridad no sólo en virtud, sino en motor del crecimiento? ¿Y es más, en convicción colectiva? Los desafíos a Hollande son inmensos. La inmigración del mundo musulmán, parte de ella ya instalada en Francia, reclama no ser tratada como la llamó Sarkozy: "la basura". Hollande debe darle al inmigrante norafricano diálogo y un horizonte en la política de inclusión social y creación de empleo que es la suya. El inmigrante de África del norte debe sentir que es parte de esta política, no mero accidente adjunto de la misma. Hollande deberá dialogar con norafricanos y afroeuropeos para alcanzar, con todos, maneras de tratar el conflicto social y racial con las comunidades que exigen derechos y una situación manumitida. Lo que haga Hollande en este renglón tendrá una repercusión europea y global. El trabajo migratorio no puede ser, a la vez, necesario y castigado. Si ya hay libertad para el capital, la inversión y el cambio, debe haberlo también para el trabajo. Se trata, ni más ni menos, de revertir la política sarkoziana de proteccionismo y en contra de la inmigración. El gran desafío del nuevo presidente de Francia consiste en poner en marcha una política de crecimiento contraria a la política de rigor sin crecimiento dictada por Merkel. Que existe un acuerdo franco-germano es cierto. Hollande deberá convencer a Merkel -cosa difícil- de cambiar los términos de la relación. O al menos, de añadir un apéndice sobre la necesidad de crecer, sin engañar a nadie con políticas proteccionistas y subsidios a la ineficiencia. El socialismo en el poder debe presentarse como una affectio societatis que concierne no sólo a la empresa o al trabajo, sino al conjunto social. No será fácil. Pero Mitterrand demostró que, dentro de los límites, el socialismo puede hacer lo que la derecha ni siquiera piensa en hacer. "La austeridad no puede ser una fatalidad" -explica Hollande-. Y darle una nueva dimensión a la construcción europea. Y decírselo cuanto antes a Europa y a Alemania. Crecimiento con disciplina. Tal es la propuesta de Hollande. Ojalá que tenga tiempo y éxito. La impaciencia de los "ocupantes", la sociedad civil emergente, es muy grande. Nota mexicana.- Me preocupa e impacienta que estos grandes temas de la actualidad estén fuera del debate de los candidatos a la presidencia de México, dedicados a encontrarse defectos unos a otros y dejar de lado la agenda del porvenir.

Fragmento de la obra "La muerte de Artemio Cruz" Carlos Fuentes

"... Pero ve nada más cómo se han ido quedando atrás los que creían que la revolución no era para inflar jefes sino para liberar al pueblo. -Ya habrá tiempo. -No, no lo habrá. Una revolución empieza a hacerse desde los campos de batalla, pero una vez que se corrompe, aunque siga ganando batallas militares ya está perdida. Todos hemos sido responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los concupiscentes, los ambiciosos, los mediocres. Los que quieren una revolución de verdad, radical, intransigente, son por desgracia hombres ignorantes y sangrientos. Y los letrados sólo quieren una revolución a medias, compatible con lo único que les interesa: medrar, vivir bien, sustituir a la élite de don Porfirio. Ahí está el drama de México(…). Fragmento de la obra "La muerte de Artemio Cruz" (1962) autor: Carlos Fuentes.

“No tengo ningún miedo literario” A sus 83 años, Carlos Fuentes mantiene la juventud creativa Con 'Federico en su balcón' recién terminada, ya planea nueva novela: 'El baile del centenario'

“No tengo ningún miedo literario” A sus 83 años, Carlos Fuentes mantiene la juventud creativa Con 'Federico en su balcón' recién terminada, ya planea nueva novela: 'El baile del centenario' FRANCISCO PEREGIL Buenos Aires 14 MAY 2012 -
Carlos Fuentes llegó a Buenos Aires a comienzos de mayo para asistir a la Feria del Libro. Acababa de entregar un libro a su editorial y ya tenía otro en la cabeza, iba de un almuerzo a una cena, firmó ejemplares durante tres horas, recibió a decenas de periodistas, uno detrás de otro, respondió a cientos de preguntas sin titubear, sin demorarse, sin dudar en un nombre ni una fecha. Y siguió paseando sus 83 años entre América y Europa, sin atisbo de cansancio. El secreto tiene mucho que ver con su pasión por la escritura. "Mi sistema de juventud es trabajar mucho, tener siempre un proyecto pendiente. Ahora he terminado un libro, Federico en su balcón, pero ya tengo uno nuevo, El baile del centenario, que empiezo a escribirlo el lunes en México". Pregunta. ¿Sin horror al vacío de la página en blanco? Respuesta. Miedos literarios no tengo ninguno. Siempre he sabido muy bien lo que quiero hacer y me levanto y lo hago. Me levanto por la mañana y a las siete y ocho estoy escribiendo. Ya tengo mis notas y ya empiezo. Así que entre mis libros, mi mujer, mis amigos y mis amores, ya tengo bastantes razones para seguir viviendo. P. ¿No cree que a veces al cumplir años uno no se hace más sabio sino más torpe a medida que se afianza en sus viejas convicciones? R. Depende de quién. Yo soy muy amigo de Jean Daniel, el director del Nouvel Observateur. Es un hombre que acaba de cumplir 91 años y es más lúcido que usted y yo juntos. Nadine Gordimer tiene noventa y tantos. Luise Rainer, la actriz, a quien veo mucho en Londres, tiene 102 años. Y va conmigo a cenas, se pone un gorrito y va feliz de la vida. No hay reglas. El hecho es que cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada. Las calles de Buenos Aires le hacen recordar a Carlos Fuentes su adolescencia entre risas, como si acabara de sucederle ayer, inmune a las trampas de la nostalgia. R. Viví mucho Buenos Aires porque mi padre llegó como consejero de la embajada de México en 1943. Como el ministro de educación era Hugo Wast, en la escuela se daba una educación fascista. Y le dije a mi padre: “Mira, yo vengo de la escuela pública de Washington, no soporto esto”. Y mi padre me dijo: “Tienes toda la razón, tienes 15 años, dedícate a pasear”. Y eso hice. Durante un año me convertí en hincha de la orquesta de Aníbal Troilo. Lo seguí por todos lados. La librería Ateneo me alimentó con literatura argentina, me enamoré de una vecina que me doblaba la edad. Yo tenía 15 años, ella 30. Y siempre que regreso tengo la sensación de que rejuvenezco, de que vuelvo a tener 15 años y dónde está la francesita de enfrente, ¿no? P. ¿Fue correspondido? R. Mmmuy correspondido porque el marido estaba dirigiendo películas el día entero. P. ¿Cómo nota ahora la ciudad? R. Ha cambiado muy poco, es una ciudad idéntica a sí misma. Era una ciudad que se hizo en el gran auge ganadero y agrícola, desde [Domingo F. ] Sarmiento (1811-1888) hasta 1940. Pero están las mismas grandes avenidas, los mismos grandes hoteles... México es una ciudad más antigua, una ciudad india primero y después una gran ciudad de la colonia. Pero esto era una aldea en 1820 y dio un gran salto y se convirtió en Buenos Aires, que era la ciudad más atractiva, más moderna de América Latina. En esos años los argentinos despreciaban mucho al resto de América Latina: los brasileños eran macacos, los mexicanos éramos pistoleros. Y ahora ya somos iguales todos. P. ¿Bailaba tangos? R. Lo bailo muy bien. Tuvimos una cena en Montevideo que le dio el presidente [Julio María] Sanguinetti al presidente [Ernesto] Zedillo. Sanguinetti baila el tango estupendamente. Bailó con su mujer… ¡guau, aplausos!… Y le dijo a Zedillo: “Ahora, usted”. Y el presidente me dijo: “Carlos, tú represéntame”. Y yo bailé con mi mujer. Representé a México gracias al tango. P. Un escritor que recibe trato casi de jefe de Estado, ¿cómo se las arregla para escuchar? R. Un escritor tiene que escuchar porque si no, no se sabe cómo habla la gente. Anoche, por ejemplo, pasé dos horas o tres firmando libros en la feria. Pero, sobre todo, para oír a la gente, para ver qué piensa. Y, más que nada, yo les pregunto a ellos. Fuentes está leyendo dos libros. Uno es Mañana o Pasado, de su compatriota Jorge Castañeda sobre la actualidad mexicana – “un libro muy inteligente, con el que estoy de acuerdo a veces sí y a veces no, pero es una mirada muy inteligente”-- y el otro es Los Living, de Martín Caparrós. “Muy buen libro de muy buen escritor”. También le encantó Libertad, de Jonathan Franzen: “Rompe con los moldes y restricciones de la novela americana. Él mete todo, periodismo, política, deportes… todo va entrando de una manera natural para dar un mundo completo de esta gente tan decente y simpática que son unos monstruos, pero que están rodeados de un mundo de cultura verdadero”. Cuando publicó en España su ensayo La gran novela latinoamericana indicó que al chileno Roberto Bolaño no aparecía en el libro porque no lo había leído y no le gustaba opinar de lo que no conoce. Esperaba leerlo cuando encontrase más tranquilidad. Pero aún no debido encontrarla. Se declara desbordado por la cantidad de libros y escritores que salen cada año en Latinoamérica. P. ¿De qué tratan su último libro y el que va a comenzar ahora? R. En la que he terminado, Federico en su balcón, Nietzsche aparece resucitado en un balcón a las cinco de la mañana y yo inicio con él una conversación. Y la que voy a empezar, El Baile del Centenario, termina una trilogía de la Edad Romántica, que cubre desde la celebración del centenario de la independencia en septiembre de 1910, que lo organiza Porfirio Díaz, y la celebración del fin del centenario en 1920, que la organiza Álvaro Obregón con José Vasconcelos, de manera que cubre diez años de la vida de México. Tengo ya muchos capítulos, notas y personajes. Hay una mujer que me interesa mucho, que no quiere decir nada de su pasado y se va descubriendo poco a poco, hasta que llega al mar y se libera. P. ¿Le atrae algo en particular de este principio de siglo? R. Me fascinan los cambios que estamos viviendo. ¿Quién iba a decirle a usted que los cambios iban a empezar en el norte de África? Y de ahí se ha extendido a buena parte de Europa y a los Estados Unidos, donde muchos de mis estudiantes me dicen: “Yo soy doctor y no encuentro trabajo”. O… “Mi padre ascendió a la clase media y yo siento que estoy bajando a la clase trabajadora”. En América Latina también hay cambios muy grandes, aunque se ha mantenido cierta estabilidad. Antes los problemas empezaban en América Latina. Ahora parece que van a llegar a América Latina. Y es un mundo que no sabemos nombrar. Si uno le dice a Dante, ¿qué se siente estando en plena Edad Media?, él nos diría: “¿Y qué es la Edad Media?” No podemos nombrar esta época pero sentimos que todo está cambiando. El Renacimiento sabía que era el Renacimiento, la Edad Media no sabía que era la Edad Media. P. ¿Qué tal se maneja con Internet y las redes sociales? R. Yo me quedé en el fax; escribo a mano en una página en blanco con pluma, corrijo en la página de enfrente. Es mi esposa la que me informa de las novedades. Antes decía voy a la Enciclopedia Británica a busca y ahora mi esposa me dice, no, le da a una tecla y aquí está. P. ¿Considera que en las últimas décadas se ha producido una especie de revolución silenciosa por parte de las mujeres? R. Ha sido clamorosa, no silenciosa. Pero no es un problema que empezó hoy. La suya es una victoria de la humanidad, no solo de las mujeres. P. ¿Qué opina de la expropiación del 51% de las acciones de Repsol en YPF? R. En México nacionalizamos el petróleo en 1938. Hay actos que está dentro de las facultades de cada Gobierno y después están las consecuencias de esos actos. Y eso es lo que todavía no sabemos. Vamos a ver qué consecuencias tiene este acto. Los problemas internos de la Argentina, que son muchos, son resueltos a veces con un golpe de prestidigitación que acarrea el apoyo de toda la sociedad. Aquí hasta Menem se ha manifestado a favor de esta medida. Y se olvidan un poco de algunos errores, que ya vendrán otros.

Hoy, despedimos a Carlos Fuentes, quien se marcha en primavera

La muerte espera al más valiente, al más rico, al más bello. Pero los iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte, sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es. CARLOS FUENTES

Carlos Fuentes, renovador desde el 'boom' y radiógrafo crítico de su país

Carlos Fuentes, el pasado 1 de mayo en la Feria del Libro de Buenos Aires. | Efe Perteneció a la generación de autores del llamado 'boom latinoamericano' Con la ficción respondía a las preguntas de cómo éramos y cómo seremos Cuestionó toda su vida a su país por no tener una 'democracia más auténtica' Alberto Cabezas (Efe) | México
Actualizado martes 15/05/2012 El escritor mexicano Carlos Fuentes, fallecido este martes a los 83 años, fue un intelectual extraordinario que cuestionó durante toda su vida a su país, México, por ser incapaz de construir una democracia más auténtica y desde la literatura encaminó a la narrativa en lengua española hacia la modernidad. Crítico del nacionalismo oficial mexicano, cosmopolita, Fuentes -nacido en Ciudad de Panamá, Panamá, 1928, de padres mexicanos- ejerció una notable crítica contra su país, en particular invocando una y otra vez su incapacidad para convertirse en una sociedad moderna y empeñado en desvelar los misterios del alma mexicana. Su concepción de la lengua era "como un río caudaloso a veces, apenas un arroyo otras, pero siempre dueño de un cauce (...), toda una profusa corriente de oralidad que corre entre dos riberas: la memoria y la imaginación". Amante del idioma en que escribía, llegó a decir que su lucha por conservar el español duró toda su niñez, pues estuvo "a punto de perder su idioma nativo cada veinticuatro horas". "El idioma quería decir para mí nacionalidad: era un conjunto opresivo de significados sujetos siempre a lucha, a reconquista", apuntó. Fundador de la novela modernista Considerado el fundador de la novela modernista en México, el intelectual cursó estudios superiores en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra (Suiza). Fue desde muy joven cuando su valía literaria comenzó a sobresalir y a contribuir a la universalidad de una generación de escritores extraordinarios que formarían el llamado "boom" latinoamericano. Admirador de autores como los británicos D.H. Lawrence (1885-1930) y Aldous Huxley (1894-1963), Fuentes consideraba pertinente la ficción para responder a las preguntas de cómo éramos y cómo seremos, y conocer el mundo desprovistos de la racionalidad. "Ni la ciencia, ni la lógica, ni la política nos darán una respuesta. Tampoco nos la dará la novela. Lo que hace la novela es plantear la pregunta de una manera equívoca, de una manera cómica, transgresora que las otras disciplinas no nos permiten", llegó a decir. La 'Edad del tiempo' A su obra narrativa el propio Fuentes la llamó la 'Edad del tiempo', e incluye títulos como 'Los días enmascarados' (1954), 'La región más transparente' (1958), 'La muerte de Artemio Cruz' (1962), 'Gringo viejo' (1985), 'La silla del Águila' (2003) y 'La voluntad y la fortuna' (2008), sobre la violencia ligada con el narcotráfico. Entre sus ensayos destacan títulos como 'Cervantes o la crítica de la lectura' (1976), 'Los 68' (2005), y 'La gran novela latinoamericana' (2011). En 2008 el español Juan Goytisolo dijo que Carlos Fuentes logró junto con García Márquez y el resto de los llamados autores del "boom" latinoamericano "que entroncara de nuevo la literatura española con la modernidad" después de que España diera la espalda a la cultura universal durante siglos. 'El desarraigo' de su obra Para el crítico literario mexicano Christopher Domínguez, "la obra de Fuentes es el conjunto más complejo y variado de la narrativa mexicana", y en la misma estuvieron "todas las conquistas y tendencias de la literatura contemporánea". Señala que "el desarraigo" es el punto de partida permanente de Fuentes, un escritor que llegó a describir su quehacer literario como una lucha de un boxeador con las palabras, a las que siempre trató de no dejarlas entrar en su acepción común y corriente. Domínguez destaca entre toda su obra la novela 'Terra Nostra' (1975), "el único de sus libros que puede ser leído más allá del horizonte mexicano y la novela que lo sobrevivirá". De esa novela dice que está hermanada con "Rayuela" de Julio Cortázar, "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez y "Conversación en La Catedral", de Mario Vargas Llosa, y la considera el más alto exponente del "gran Fuentes". Transición en México Sobre la transición que comenzó en 2000 en México con la llegada al poder de Vicente Fox de la mano del conservador Partido Acción Nacional (PAN), Fuentes dijo que el mandatario "llegó con una de entusiasmo renovador que no se podía cumplir". En ese mandato, que duraría hasta 2006, hubo según el escritor un "Gobierno holgazán" en México, que "dejó pasar el momento histórico" que le correspondía tras sacar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de 71 años consecutivos en el poder. Entre los muchos premios que ha recibido destacan el Cervantes (1987), el Príncipe de Asturias de las Letras (1994), el de Biblioteca Breve por 'Cambio de piel' (1967), y el Nacional de Literatura de México (1984). Además se hizo acreedor de distinciones tales como la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, otorgada por el Gobierno sandinista (1988); la Orden al Mérito en Chile (1993) y la española Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2008

Venezuela,Canal de Noticias.Carlos Fuentes, uno de los autores mas brillantes de las letras hispanas

Madrid- El escritor mexicano Carlos Fuentes Macías, uno de los más brillantes de las letras hispanas, entre cuyos galardones figuran los Premios Cervantes (1987) o el Príncipe de Asturias (1994), nació el 11 de noviembre de 1928 en Ciudad de Panamá y ha muerto hoy en Ciudad de México, donde residía.
a profesión de su padre, el diplomático Rafael Fuentes, le permitió visitar en su infancia numerosos países. Cursó los estudios primarios y secundarios en Argentina, Chile, Brasil, EEUU (durante ocho años) y otros países iberoamericanos por donde transcurrió su infancia y juventud. Con 12 años leyó por primera vez "El Quijote", aunque considera que su contacto primero con la literatura ocurrió durante uno de los destinos paternos, en Río de Janeiro, donde un pequeño Carlos solía sentarse en las rodillas del gran polígrafo mexicano Alfonso Reyes, entonces embajador en Brasil y quien le recomendó estudiara Derecho, y así hizo en el Instituto des Hautes Etudes Internationales de Ginebra, a pesar de que su vocación literaria ya estaba decidida. De regreso a México, continuó su formación en leyes con el maestro de Derecho Manuel Pedroso, español exiliado que le incitó a la lectura de los clásicos (Platón, Maquiavelo y Rousseau). Entre 1950 y 1951, como diplomático, representó a su país en Ginebra ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Tres años después, trabajó en México en el Gabinete de Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores. En su país fundó y dirigió, con Emmanuel Carballo, la "Revista Mexicana de Literatura" (1955-1958), período en que compatibilizó esta actividad con la dirección del Departamento de Relaciones Culturales de Exteriores. También fue coeditor de "El espectador" (1959-1961) y, en 1960, de "Siempre" y "Política". Catedrático de Literatura en la Universidad de Princeton (EEUU), también impartió clases de español y literatura comparada en las Universidades estadounidenses de Columbia, Harvard y Pennsylvania, entre otras. Entre 1974 y 1977 volvió a ocupar un puesto dentro del cuerpo diplomático y ese último año fue destinado a París como embajador, cargo del que dimitió en protesta por el nombramiento como primer embajador de México en España de Gustavo Díaz Ordaz, a quien el escritor responsabilizaba de los sangrientos acontecimientos de la Plaza de las Tres Culturas, de Tlatelolco (2 octubre 1968). También, entre 1975 y 1976, presidió la delegación mexicana en la Conferencia Internacional de Cooperación Económica. "Terra Nostra", un alegato en favor de la libertad individual en la sociedad moderna le valió el Premio Rómulo Gallegos (1977) y dio a conocer internacionalmente el nombre de este escritor, que contribuyó a la comprensión de la nueva novela latinoamericana y al examen de la sociedad y la historia mexicanas. En su narrativa hay un propósito de analizar su ciudad, su país y su civilización. De ahí su visión crítica del mundo, a través de "collages", referencias, analogías o citas, donde la reflexión y la poesía, la erudición y el sentimiento, responden a un interés crítico para con su sociedad y su tiempo. Otro de los placeres de Fuentes era el cine, que empezó a saborear en la infancia, cuando su padre, gran aficionado, le llevó a ver en Nueva York el "Ciudadano Kane" de Orson Welles y años después tuvo oportunidad de conocer al cineasta español Luis Buñuel, con quien mantuvo una fuerte amistad. De sus incursiones literarias en el cine quedan guiones como "Las dos Elenas" (1964), "Un alma pura" (1965), "El gallo de oro" (1964) y "Pedro Páramo" (1966). Dos décadas después, el mexicano Paul Leduc y el argentino Luiz Puenzo llevaron a la gran pantalla sus novelas "La cabeza de la hidra" (1981) y "Gringo viejo" (1989), respectivamente, esta última protagonizada por Jane Fonda y Gregory Peck. Como conferenciante destacan su simposio en la Universidad sudafricana de Witwatersrand (Johannesburgo), a donde llevó "El Quijote" en 2006, y la lectura ofrecida un año después del prólogo de la edición conmemorativa de "Cien años de soledad" elaborada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias en honor de García Márquez, a quien Fuentes define como "el Quijote americano" que tiene "el rostro del mundo". Carlos Fuentes donó a la Biblioteca Nacional de su país un acervo bibliográfico personal de 300 libros en 2007, el mismo año en que la biblioteca del Instituto Cervantes de Praga estrenaba el nombre de este escritor. Entre sus obras más importantes destacan "La muerte de Artemio Cruz" aparecida en 1962 y "Gringo viejo" publicada en 1985. Fue también autor de numerosos ensayos y de obras de teatro. Ha recibido los premios Biblioteca Breve (1967); Internacional Alfonso Reyes (1979); Nacional de Literatura de México (1984); Cervantes (1987); de Literatura del Club Nacional de las Artes de Nueva York (1988); Internacional Menéndez Pelayo (1992); insignia de Oficial de la Legión de Honor de Francia (1992); Príncipe de Asturias de las Letras (1994); título de Comendador de la Orden Nacional del Mérito de Francia (1997); Arte Editorial de la Cámara Nacional de la Industria Editorial mexicana (1998); Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1998); Premio a la Latinidad de las Academias de Letras de Francia y Brasil (1998); Medalla Belisario Domínguez de México (1999). Los últimos premios que recibió en España fueron el Premio Formentor de las Letras 2011 y el Premio Internacional Fundación Cristóbal Gabarrón de las Letras el mismo año. Este 14 de mayo, unas horas antes de su muerte, Carlos Fuentes fue nombrado hoy doctor "honoris causa" por la Universidad española de las Islas Baleares. EFE

BBC Mundo, Carlos Fuentes, se apaga la voz más crítica de México

En México todos despiden a su Nobel que no fue. Al escritor y diplomático Carlos Fuentes, voz de la conciencia de todo un país, quien falleció este martes en un hospital de la Ciudad de México a los 83 años.
Con él muere un referente de la literatura en español y un símbolo del México contemporáneo, 50 años después de la publicación de dos de sus obras más celebradas: Aura y La Muerte de Artemio Cruz. Carlos Fuentes habla sobre Peña Nieto, las drogas y el futuro de México "Lamento profundamente el fallecimiento de nuestro querido y admirado Carlos Fuentes, escritor y mexicano universal", escribió el presidente de México, Felipe Calderón, en su cuenta de Twitter. Fue en esta red social donde primero resonó su muerte, ironía para un escritor que, según bromeaba, se había quedado anclado en el fax. Activo hasta el final Fuentes se mantenía en activo a pesar de su avanzada edad, trabajando en su último libro, un relato de sus memorias de juventud que tenía pendiente desde hace años. Y recibiendo a sus invitados en su hogar de San Jeronimo Lidice, en Ciudad de México, donde residía con su esposa, la periodista Silvia Lemus. Por allí habían pasado amigos como el escritor colombiano Gabriel García Márquez o el mexicano Carlos Monsiváis, fallecido en 2010. En el salón de esta casa de piedra típicamente mexicana, entre las estanterías de madera llenas de libros, se sentó hace unos meses con BBC Mundo para hablar sobre México, los candidatos a la presidencia o la legalización de las drogas, de la que era un convencido defensor. En las estanterías, fotos del escritor con el Rey de España, François Miterrand y sus dos hijos Carlos y Natasha, fallecidos en 1999 y 2005 respectivamente. Fuentes fue padre además de otra hija, Cecilia, fruto de su primer matrimonio, con la actriz Rita Macedo. Escritor y político Fuentes nació en Panamá, de padres mexicanos, el 11 de noviembre de 1928. Llegó a México a los 16 años, después de vivir en varias ciudades de América, donde su padre trabajó como diplomático, una actividad que él retomaría años después convirtiéndose en embajador de México en Francia en 1975. Allí ejerció como activista de izquierda, una condición que le acompañó hasta los últimos días de su vida. Tanto, que a veces costaba separar al Fuentes político del escritor. En 1962 publicó dos de sus obras cumbres, "Aura” y "La muerte de Artemio Cruz”, que le dieron fama internacional y le ubicaron como uno de los grandes iconos de la literatura latinoamericana, de la mano de Gabriel García Márquez y otros miembros del llamado Boom. Aura fue la novela que le valió en 1987 el premio español de literatura Cervantes, uno de los mayores reconocimientos de la lengua española en el mundo. Fechas clave en la vida de Fuentes 1962 publica dos de sus obras cumbres "Aura” y "La muerte de Artemio Cruz”. 1975 es nombrado embajador de México en Francia a la que renuncia en 1977 en protesta por la designación de expresidente Gustavo Díaz Ordaz como embajador de México en España. 1977 Recibe el Premio Rómulo Gallegos por su obra "Terra Nostra" publicada en 1975. 1987 Carlos Fuentes recibe el premio de literatura Miguel de Cervantes por su obra "AURA". 1994 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las letras por su aportación al conocimiento de la lengua española en el mundo. 1999 recibe la medalla Belisario Domínguez del Senado de la República en México 2001 es nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua. 2009 recibe la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica otorgada por el gobierno español. En 1994 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las letras y siete años después se convirtió en miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua. Recientemente, el presidente de México le había presentado como el futuro premio Nobel de Literatura, un reconocimiento para el que había sido eterno candidato. Pero era una distinción que no le quitaba el sueño, según decía: "El Nobel no lo tuvo Kafka ¿Por qué lo iba a tener yo?". Sus últimos años Recientemente, Fuentes había convertido en uno de los mayores críticos de la situación política y social de México, en especial de la estrategia del gobierno contra el crimen organizado. Formaba parte de la Comisión Global sobre Política de Drogas, un grupo formado por varios ex presidentes, destacados líderes internacionales, intelectuales y empresarios, que abogaba por la regularización de las drogas frente al actual modelo de combate. También era uno de los principales detractores del Partido Revolucionario Institucional y su candidato a las elecciones presidenciales del próximo 1 de julio, favorito en las encuestas. clic Carlos Fuentes en boca de otros Enrique Peña Nieto convirtió involuntariamente a Fuentes en protagonista de la campaña electoral cuando dijo durante la última Feria del Libro de Guadalajara que La silla del águila, una de las obras más aplaudidas de Fuentes, había sido escrita por el también mexicano Enrique Krauze. "Este señor tiene derecho a no leerme", le dijo a BBC Mundo en referencia al candidato del PRI. "Lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave", añadió entonces. Fuentes tampoco aprobaba al resto de candidatos, a quienes no consideraba que estuvieran a la altura de los retos que enfrenta el país. "Los partidos tradicionales no tienen soluciones, no tienen propuestas que convenzan a la gente", aseguró Fuentes. "Los problemas son muy grandes, la política es muy pequeña". Hablaba poco en público, guardado siempre por el celo de su esposa Silvia, pero cuando lo hacía, todos escuchaban. Tras la muerte de Octavio Paz en 1998, no había nadie que cuestionara su autoridad en la literatura mexicana. Para el resto del mundo él se convirtió en "el escritor mexicano". Sin Carlos Fuentes, México se queda ahora sin herederos naturales para el gran premio de Literatura, el Nobel. Y, sobre todo, sin la última gran voz crítica del país.

Hora 25 recuerda al escritor Carlos Fuentes

sábado, 12 de marzo de 2011






Al valeroso pueblo jpones:
La adversidad te estremece, mas no te vence...