viernes, 29 de mayo de 2009

Navidades del mundo: Belén Checo



Belenes checos

Los belenes navideños tienen su remoto origen en la adoración de la gruta en que habría nacido Jesucristo. La descripción de dicha gruta, retomada de los peregrinos que habían regresado de la Tierra Santa, la registró en el siglo tercero el pensador Origenes, de Alejandría. Guiándose por esta descripción, fue construida en el siglo séptimo, en la basílica romana, llamada posteriormente Santa María ad praesepe, una réplica de la gruta de Belén. La mayoría de los creyentes no podían realizar una peregrinación a Palestina y los dignatarios eclesiásticos querían acercar el lugar sagrado al mayor número posible de fieles.

La costumbre de exhibir belenes en las iglesias durante las fiestas de Navidad fue introducida por vez primera en el siglo 13 por Francisco de Asís. En Europa Central, el primer belén fue exhibido en 1560, en la iglesia de San Clemente, en la Ciudad Vieja de Praga. En las crónicas de aquel entonces, el belén fue descrito como algo inédito, pero la novedad se propagó rápidamente a otras iglesias tanto de la capital como de provincia, y en cada región los nacimientos adquirieron características peculiares.

?Y a qué se debe el hecho de que los belenes empezaran a instalarse en los hogares checos, incluso los más modestos ? Ello se debe a las reformas promovidas por el emperador José II, en la segunda mitad del siglo 18, que declararon la exhibición de belenes como un hábito indigno y decretaron su prohibición. Muchos de los dignatarios eclesiásticos acogieron bien la prohibición, ya que no les agradaba que los fieles se distrajeran, prestando en las iglesias más atención a las figuritas de los belenes que a los oficios divinos

Desterrados de las iglesias, los belenes empezaron a vivir su Edad de Oro en los hogares checos. Para muchos artesanos citadinos y para los habitantes del campo avezados en todo tipo de oficios, la talla de piezas para belenes y el arte de crear paisajes fantásticos con rocas y palacios se convirtieron en el hobby de toda su vida. Hoy en día los belenes populares forman parte de varios museos checos donde el visitante puede convencerse de que se trata de auténticas obras de arte.

El belén de Trebechovice

El belén checo más famoso es el de Trebechovice, en Bohemia Oriental. Sus autores - el tallista Josef Kapucián y el labrador y ebanista Josef Probost- trabajaron en el primoroso belén de Trebechovice durante 40 años. El belén checo más famoso es el de Trebechovice El belén tiene 120 figuritas que se mueven, 200 son fijas. El nacimiento de Trebechovice se compone en total de dos mil piezas talladas en madera. Sus dimensiones son muy imponentes: siete metros de largo por tres de ancho, y su altura es de dos metros.

Los artistas populares lograron tallar con extraordinario realismo las figuritas del belén de Trebechovice cuyas fisonomías, vestuario y actividades reflejan fielmente las de los habitantes de la región que se extiende al pie de los montes Orlické: mineros extraen el carbón, un herrero martillea una pieza sobre el yunque, una viejita conduce al pasto una cabra, zapateros remiendan el calzado, un barrillero da vuelta a un barril y con la cabeza inclinada golpea los aros.

Tras la muerte de sus creadores, el belén de Trebechovice acabó abandonado en un pajar hasta ser rescatado por el director de la escuela local y por otros entusiastas que se encargaron de su reparación. Así, en 1935, el belén de Trebechovice pudo ser expuesto en Praga, Brno, Bratislava y otras ciudades del país.

En 1967 la preciosa obra fue presentada en la exposición mundial de Montreal, y posteriormente en Holanda y en Londres. En el Museo de Belenes de Trebechovice están expuestos otros 50 nacimientos, entre los cuales destacan un nacimiento de cristal checo, un nacimiento de piezas recortadas de papel y el llamado belén de los oficios desaparecidos.

El belén de Jindrichuv Hradec

Otro de los espléndidos belenes checos está instalado en el Museo distrital de Jindrichuv Hradec, en Bohemia del Sur. Tomás Krýza, que se ganaba la vida confeccionando medias, trabajó en su maravilloso belén durante sesenta años. Su obra maestra es considerada como el belén mecánicos de origen popular más grande del mundo. El nacimiento de Krýza cuenta con más de 1 500 figuritas, 150 de las cuales se mueven.

Krýza talló los torsos de las figuritas en madera, las cabecitas policromadas están modeladas de una masa plástica, el vestuario está confeccionado de tejidos impregnados. El paisaje es de papel pintado, espolvoreado con galena triturada. Los árboles y arbustos están confeccionados de ramitos, madera, hilo metálico y papel.

Tomás Krýza estaba empeñado en reflejar la vida de sus conciudadanos y el paisaje en que vivía. En su belén, los carpinteros y los albañiles trabajan en una obra, los herreros forjan el metal, un herrador hierra un caballo, un tejador repara un tejado, los mineros extraen mineral, una anciana saca agua de un pozo, los campesinos trillan el trigo.

En el belén confeccionado por Tomás Krýza en el siglo pasado, el visitante puede admirar asimismo figuritas que representan a pastores, burgueses, soldados, aguaderas, deshollinadores y floristas. Krýza instaló en el belén incluso un aserradero, una forja, establos, pajares y otras dependencias. Tomás Krýza puso un extraordinario esmero en la elaboración de cada detalle, y al mismo tiempo todo el conjunto es una prueba de la admirable fantasía e inventiva de su creador.

El belén de Trest

En la localidad de Trest, en la Meseta Checomorava, los artífices del pasado han encontrado continuadores entusiastas de la tradición. Las dimensiones de los belenes de Trest son respetables ya que suelen tener desde cuatro hasta seis metros de longitud. Un belén así no cabe en una habitación corriente de manera que algunos vecinos de Trest construyeron junto a sus casas una dependencia especial para albergar el belén.

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